Al anochecer del sábado 19, después de opíparo banquete, los líderes de la OTAN ordenaron el ataque contra Libia.
Desde luego, nada podía ocurrir sin que Estados Unidos reclamara su papel irrenunciable de máximo jefe. Desde el puesto de mando de esa institución en Europa, un oficial superior proclamó que se iniciaba la “Odisea del Amanecer”.
La opinión pública mundial estaba conmovida por la tragedia de Japón. El número de víctimas del terremoto, el tsunami, y el accidente nuclear, no ha cesado de crecer. Son ya decenas de miles las personas muertas, desaparecidas e irradiadas. Crecerá considerablemente también la resistencia al uso de la energía nuclear.
El mundo está sufriendo a la vez las consecuencias del cambio climático; la escasez y el precio de los alimentos, los gastos militares y el derroche de los recursos naturales y humanos, crecen. Una guerra era lo más inoportuno que podía ocurrir en estos momentos.
El recorrido de Obama por América Latina ha pasado a un segundo plano, nadie apenas se ocupa del tema. En Brasil, se han hecho evidentes las contradicciones de intereses entre Estados Unidos y ese hermano país.
No puede olvidarse que Río de Janeiro compitió con Chicago por la sede de los Juegos Olímpicos del 2016.
Obama quiso congraciarse con el gigante suramericano. Habló del “extraordinario ascenso de Brasil” que ha llamado la atención internacional y elogió su economía como una de las que más rápido crece en el mundo, pero no se comprometió en lo más mínimo con apoyar a Brasil como miembro permanente del privilegiado Consejo de Seguridad.
La Presidenta brasileña no vaciló en expresar su inconformidad con las medidas proteccionistas que Estados Unidos aplica a Brasil, a través de tarifas y subsidios que han constituido un fuerte obstáculo a la economía de ese país.
El escritor argentino Atilio Boron afirma que a Obama:
“…lo que [...] más le interesa en su calidad de administrador del imperio es avanzar en el control de la Amazonía. Requisito principal de este proyecto es entorpecer, ya que no puede detener, la creciente coordinación e integración política y económica en curso en la región y que tan importante han sido para hacer naufragar el ALCA en 2005 y frustrar la conspiración secesionista y golpista en Bolivia (2008) y Ecuador (2010). También debe tratar de sembrar la discordia entre los gobiernos más radicales de la región (Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador) y los gobiernos ‘progresistas’ -principalmente Brasil, Argentina y Uruguay…”
“Para los más osados estrategas estadounidenses la cuenca amazónica, al igual que la Antártida, es un área de libre acceso en donde no se reconocen soberanías nacionales…”
Mañana Obama se traslada a Chile. Llegará precedido de una entrevista que concedió al diario El Mercurio, publicada hoy domingo, en la que confiesa que el “Discurso para las Américas” -así lo califica- se funda en una “alianza igualitaria” con Latinoamérica, que casi nos deja sin aliento al rememorar “La Alianza para el Progreso” que precedió la expedición mercenaria de Playa Girón.
Confiesa textualmente:
“nuestra visión para el hemisferio [...] se funda en el concepto de alianza igualitaria que he perseguido desde que asumí la Presidencia de Estados Unidos.
“‘También me enfocaré en áreas especificas en las que podemos trabajar juntos, como el crecimiento económico, la energía, la seguridad ciudadana y los derechos humanos’…
“Esa visión, puntualizó, tiene por objetivo ‘mejorar la seguridad común, expandir las oportunidades económicas, asegurar un futuro energético limpio y apoyar los valores democráticos que compartimos’.
“…promover un hemisferio seguro, estable y próspero en el que Estados Unidos y nuestros aliados comparten responsabilidades en asuntos claves tanto a nivel regional como global.”
Todo como puede apreciarse maravillosamente bello, digno de enterrarse como los secretos de Reagan, para publicarlo dentro de 200 años. El problema es que como informa la agencia DPA, según sondeo realizado por el diario La Tercera
“…en 2006 el 43 por ciento de la población chilena rechazaba las centrales nucleares.
“Dos años después el rechazo subió a 52 por ciento y en 2010 llegó a 74 por ciento.” Hoy, después de lo ocurrido en Japón alcanza al “…86 por ciento de los chilenos…”
Faltaría solo hacerle una pregunta a Obama. Tomando en cuenta que uno de sus ilustres predecesores, Richard Nixon, promovió el golpe de Estado y la muerte heroica de Salvador Allende, las torturas y el asesinato de miles de personas, ¿pedirá el señor Obama excusas al pueblo de Chile?
Fidel Castro Ruz Febrero 21 de 2011 10 y 14 p.m. |
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